Octubre es el mes dedicado a la lucha contra el Cáncer de Mama. Una lucha a la que desde IVI nos sumamos desde hace muchos años por medio de la concienciación. Y es que los tratamientos oncológicos –quimio y radioterapia- pueden afectar a la reserva ovárica. Pero técnicas como la preservación de ovocitos por motivos oncológicos pueden ser de mucha ayuda para no renunciar a la maternidad. Los 59 bebés nacidos en IVI de pacientes que han superado el cáncer de mama son una esperanza.
La importancia de la concienciación y la información
“Es fundamental que, en el traumático momento del diagnóstico, la paciente reciba una información médica rigurosa y holística, que tenga en cuenta distintos aspectos trascendentales de la vida de una mujer, como puede ser su deseo de ser madre, y que empatice con ella y sus necesidades. La paciente con cáncer, además de ser informada, debe ser escuchada. Nuestro objetivo en IVI es que ninguna mujer tenga que renunciar a la maternidad por culpa del cáncer y la falta de información”, explica el Dr. Javier Domingo, coordinador del programa de preservación por cáncer de IVI y director de IVI Las Palmas.
Preserva de la fertilidad por motivos oncológicos
Como decíamos, en IVI contamos con un programa específico para vitrificación de gametos –tanto ovocitos como espermatozoides- en pacientes con cáncer. Porque sí, en el momento del diagnóstico todo tu mundo se centra en eso, pero la maternidad puede ser un plan a futuro y con ayuda de la ciencia no hay que renunciar a ella.
“Los datos publicados acerca del seguimiento de pacientes que se han estimulado para congelar ovocitos muestran los mismos resultados de supervivencia que en las que no lo han hecho. La estimulación ovárica para obtener ovocitos a vitrificar no repercute en la evolución del cáncer, sobre todo porque todos los pasos del proceso se coordinan con el oncólogo, para ajustar y controlar la medicación, de forma que no influya en el tratamiento oncológico posterior al que se vaya a someter la paciente. Debemos entender la vitrificación de ovocitos como una ventana de oportunidad para nuestros pacientes y no como un bache en su camino de curación del cáncer”, añade el Dr. Domingo
Carta de una paciente de cáncer de mama
Siempre quise ser madre. Desde pequeñita fue algo con lo que siempre soñé. De adulta, el tiempo fue pasando y por circunstancias de la vida, lo fui posponiendo. Ya fuera por dar prioridad a lo profesional, por falta de estabilidad en la pareja, por cambios de rumbo o por no encontrar nunca “la situación ideal”. No terminaba de decidirme. Hasta que, de un día para otro, la vida decidió por mí.
Mi nombre es Laura, tengo 40 años y hace tan solo 6 meses me diagnosticaron cáncer de mama. Aún me cuesta hasta nombrarlo. Todo mi mundo se paralizó el mismo día en el que recibí la noticia y, sin embargo, inicié un proceso que viví vertiginosamente. Es ahora, al echar la vista atrás, cuando comienzo a ser consciente de todo por lo que he pasado. Tras un largo período de continuas citas, numerosas pruebas, dos operaciones, recuperaciones, rehabilitación, un tratamiento de radioterapia y un tratamiento de hormonoterapia (con el que seguiré mis próximos 5 años) … Creo que puedo decir que lo estoy superando. Aunque empiezo a darme cuenta de que esto es, y será, una auténtica carrera de fondo.
Enfrentar un diagnóstico de cáncer sin renunciar al deseo de ser madre
“¿Has descartado ser madre?”, escuché en la primera consulta con el ginecólogo. El corazón se me encogió. “Rotundamente no”, respondí mentalmente. Abrumada por la información que me llegaba, yo no entendía bien en el porqué de la pregunta, hasta que me aclararon que, en caso de querer ser madre, debía preservar mis óvulos por si los tratamientos adyuvantes lo impedían.
Ese día me desmoroné. Se me cayó el mundo encima. No solo tenía que hacer frente y asumir una enfermedad tan temida como es el cáncer, sino que estaba en juego la posibilidad de ser madre. La sola idea de tener que cerrarle la puerta para siempre a la maternidad me aterrorizó, tanto o más que el propio cáncer.
Decidí por ello y, sin dudarlo, acudir a IVI, recomendada por mis médicos. Y ahora sé que es la mejor decisión que pude tomar.
Primeros pasos hacia la maternidad
Recuerdo llegar el primer día a la clínica con un miedo que jamás había experimentado. Estaba desubicada, perdida, aún en shock. Pero una vez allí, todo fue fácil y amable. Cuando estás en una situación de tanta vulnerabilidad y fragilidad, encontrarte en una consulta con unos ojos que te miran sonrientes y empáticos, una voz cálida que te atiende y te explica detenidamente, y unas palabras que te transmiten seguridad y confianza en que todo irá bien… Alguien que te aliente es todo lo que necesitas. Y es lo que encontré allí, en la doctora Elisa Gil. Gracias a ella recuperé la esperanza y encontré algo a lo que agarrarme. Un rayito de luz en un momento en el que solo veía oscuridad.
Llevé a cabo el tratamiento de preservación de mis ovocitos, a la vez que me sometía a varias operaciones. A pesar de las dificultades sé que fue justamente hacerlo lo que me sostuvo y me dio fuerzas durante todo ese tiempo. Elisa y todo el equipo que la rodea hicieron que el camino fuera menos hostil y mucho más llevadero gracias a los ánimos, el mimo, el cariño y el cuidado con el que me trataron. Nunca lo olvidaré.
Ellas me hicieron sentir en cada visita lo más importante: que aquel esfuerzo merecía la pena. Y la mereció.
Actualmente, por razones médicas, no puedo quedarme embarazada. Hasta dentro de 2 años no se me permite interrumpir el tratamiento, pero me da mucha tranquilidad saber que mis óvulos me esperan ahí, en IVI, para cuando por fin pueda intentarlo. Al menos sé que aún tengo una oportunidad. Y tengo la certeza de que, en un futuro próximo, si decido ser madre, desearía realizar este sueño con las mismas personas que me acompañaron en los peores momentos haciéndolos más bellos. No imagino otro equipo mejor.
Agradecida… a la vida
Gracias a IVI Zaragoza y a su director, el doctor José Serna, por su generosidad y acogida en el programa de preserva oncológica.
Gracias, Elisa, por tu serenidad, tu saber hacer y por cogerme de la mano y no soltarme hasta el final.
Gracias, Laura, por tu apoyo entre cita y cita, por las risas y la complicidad.
Gracias a mi “ángel de la guarda”, la Dra. Virginia Roy, y a todo el equipo médico de la Unidad de mama de Ginecología del Miguel Servet, por hacerme sentir segura en vuestras manos.
Gracias a mis amigas y amigos, por la escucha, el amor, el respeto y el acompañamiento. Sois lo mejor y lo más valioso que tengo.
Gracias a mi familia por ser ese gran pilar que todo lo sostiene. No concibo mi vida sin vosotros.
Y, por último, gracias a la vida, por dejarme seguir aquí.
Los comentarios están cerrados.