El método ROPA consiste en un tratamiento de fecundación in vitro que permite a las parejas de mujeres ser madres, siendo una la madre genética al aportar el óvulo y la otra la madre biológica, al gestar en su vientre al bebé.
Mediante fecundación in vitro (FIV), en el laboratorio se fecunda el óvulo de una de las mujeres con un espermatozoide de un donante, y el embrión resultante se transfiere al útero de la otra mujer. De esta forma, el método ROPA (por sus siglas Recepción de Ovocitos de la Pareja en español), ofrece a las parejas homosexuales la posibilidad de vivir una maternidad compartida desde el inicio.
El método ROPA se recomienda para:
Parejas de mujeres que desean afrontar la maternidad de manera compartida y activamente en el proceso reproductivo, ya sea por propia elección y/o por motivos médicos de una miembro de la pareja, tales como:
Las tasas de éxito del método ROPA dependerán del diagnóstico reproductivo de las dos mujeres de la pareja, que se verá influido por factores como la edad, la reserva ovárica, la calidad de los óvulos, etc. Un especialista en fertilidad estudiará su caso y le prescribirá el tratamiento personalizado más adecuado para así conseguir nuestro objetivo: su embarazo.
Puede consultar nuestras tasas de éxito, auditadas por una empresa acreditada (SGS) y actualizadas cada año, aquí.
El primer paso para recurrir al método ROPA es acudir a una consulta en la clínica IVI de su elección. Allí, nuestros especialistas en fertilidad realizarán una evaluación ginecológica de ambas pacientes y analizarán su historial médico si es que lo hubiera –independientemente de si se han realizado tratamientos anteriores en España o en otro país– para recomendarles la mejor forma de maximizar las posibilidades de embarazo.
La mujer que vaya a aportar sus óvulos empieza la estimulación ovárica, que consiste en autoadministrarse unas inyecciones diarias. De forma natural, la mujer produce un único óvulo cada mes, pero, gracias a este tratamiento hormonal, que dura entre 10 y 20 días, se desarrollan varios. Esto nos permite conseguir varios óvulos, que se podrán utilizar a lo largo de varios ciclos, sin necesidad de repetir este proceso.
La fase de la estimulación tiene lugar en su país de residencia. Así, su ginecólogo de confianza hace un seguimiento de la evolución de la estimulación mediante ecografías y análisis de sangre. Una vez los óvulos han alcanzado el número y el tamaño adecuado, se administra una dosis de la hormona hCG para inducir su maduración y, 36 horas después, se programa la punción.
El proceso de aspirado de los óvulos, la punción, tiene lugar en el quirófano de su clínica IVI. Se trata de un procedimiento simple, de una duración de entre 15 y 20 minutos, que se realiza bajo sedación y en el cual se inserta una cánula por la cavidad vaginal, de manera que se puncionan y aspiran los folículos –las pequeñas cavidades donde se encuentran los óvulos– de cada uno de ellos. Este aspirado con los óvulos se recoge en tubos que a su vez pasan al laboratorio de fecundación in vitro, donde se lleva a cabo el resto del proceso.
Una vez obtenidos los óvulos, se procede a su fecundación in vitro, que se realiza con semen de un donante. Para ello, existen dos métodos. Uno de ellos consiste en inyectar un espermatozoide en cada uno de los óvulos, método conocido como ICSI. El otro consiste en colocar en una placa de cultivo los óvulos y la muestra de semen para que la fecundación se produzca de forma natural.
Una vez fecundan los óvulos, obtenemos embriones, que se cultivan en el laboratorio entre 3 y 5 días. Durante ese tiempo nuestros embriólogos hacen un seguimiento de su desarrollo para clasificarlos en función de su morfología y capacidad de división, para así determinar cuál es el mejor embrión.
La capa más interna del útero, donde implanta el embrión, se llama endometrio. La mujer que vaya a recibir el embrión necesita llevar a cabo una preparación endometrial. Consiste en la administración de un tratamiento hormonal con estrógenos y progesterona para conseguir un grosor endometrial correcto y maximizar así las probabilidades de implantación del embrión, y por tanto, de embarazo.
Una vez el útero de la mujer gestante está receptivo, se transfiere el mejor embrión al interior de la cavidad uterina mediante una cánula. Se trata de un proceso rápido e indoloro que no requiere anestesia ni cuidados posteriores, por lo que las pacientes pueden regresar a su país de residencia ese mismo día.
El resto de embriones de buena calidad se conservan para su uso futuro gracias a la técnica de la vitrificación.
Para la vitrificar los óvulos, estos se tratan con una serie de medios protectores que evitan daños en el proceso de enfriamiento. Una vez terminado el proceso, se colocan en unos pequeños soportes y se sumergen en nitrógeno líquido, a una temperatura de -196°C. Los soportes con los óvulos vitrificados se almacenan en unos tanques específicos que mantienen constantes esas bajísimas temperaturas y cuentan con un doble sistema de alarma para garantizar que la temperatura permanece en el rango óptimo en todo momento.
Gracias a la vitrificación, los embriones sobrantes se pueden utilizar en un ciclo posterior sin necesidad de una nueva estimulación. Si la transferencia acaba logrando un embarazo, pueden utilizarse para intentar tener otro bebé.
Por lo general, 11 días después de la transferencia se realiza la prueba de embarazo en sangre (ya que es mucho más sensible que al realizarla en orina). Si el resultado es positivo, 20 días se realiza una ecografía de control, con la que la paciente recibe el alta.