- Estas infecciones de transmisión sexual (ITS) pueden causar enfermedad inflamatoria pélvica, una infección que afecta a las trompas de Falopio y otros órganos reproductores femeninos
- En ocasiones, al no haber síntomas o un diagnóstico previo, las trompas de Falopio se pueden obstruir, lo que afecta directamente al transporte de los óvulos, impidiendo la fecundación natural. En el caso del útero, puede llegar a influir negativamente en la correcta implantación del embrión
- Aunque en menor medida, el virus del papiloma humano (VPH) puede afectar también a la fertilidad, tanto a la femenina como a la masculina
VALENCIA, 1 DE SEPTIEMBRE DE 2023
Según el último informe del Ministerio de Sanidad “Vigilancia Epidemiológica De Las Infecciones De Transmisión Sexual En España” publicado este año, solo en 2021 los casos de gonorrea se situaron en más de 15.000; 20.500 en el caso de la infección por clamidia. Y es que, además de todo lo que implican ambas ITS a nivel de salud, estas pueden convertirse en un problema a la hora de lograr un embarazo debido a la aparición de la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP).
Tal y como explica el doctor Elkin Muñoz, especialista en salud reproductiva y director de IVI Vigo y A Coruña, “la enfermedad inflamatoria pélvica se da como consecuencia de una infección habitualmente por neisseria gonorrea y Chlamydia, y es que estas bacterias de transmisión sexual se propagan desde la vagina al útero, las trompas de Falopio o los ovarios. Estas provocan inflamación, cicatrización y hasta una posible obstrucción de las trompas de Falopio, dificultando la fecundación o el correcto transporte del embrión pudiendo provocar embarazos ectópicos. En las formas agudas de la enfermedad se pueden producir abscesos que afectan la trompa y el ovario (absceso tubo-ovárico) o instaurarse en el endometrio (endometritis crónica)”.
Si las trompas de Falopio están obstruidas por una infección previa, no podrán transportar óvulos desde los ovarios y, en consecuencia, no habrá muchos o ningún óvulo para que el esperma encuentre y fecunde con el fin de formar un embrión. También se puede dar la situación de que estas estén parcialmente bloqueadas y finalmente espermatozoide y óvulo se encuentren, pero el daño causado por la ITS pueda evitar que el embrión implante en el útero. La infección del endometrio en su forma crónica suele estar libre de síntomas, lo que dificulta su sospecha y solo ocasionalmente puede llegar a cicatrizar el útero y terminar dando lugar al síndrome de Asherman, lo que impide la implantación embrionaria y correcta placentación del embarazo.
A menudo, la gonorrea y la infección por clamidia ocurren juntas. El problema es que pueden ser asintomáticas, o presentar síntomas casi imperceptibles. En el caso de la clamidia, responde muy bien a los antibióticos, pero la gonorrea puede presentar una mayor resistencia al tratamiento anti-bacteriano. Por todo ello, una detección temprana es clave para evitar problemas futuros.
“Si se presentan síntomas como dolor en la parte baja del abdomen, flujos vaginales anormales, relaciones sexuales dolorosas, sangrado entre periodos y ardor al orinar se debe consultar a un especialista para que pueda tratar una posible EIP lo antes posible. A veces también ocurre que muchas mujeres apenas desarrollan síntomas de la enfermedad inflamatoria pélvica, especialmente en las formas crónicas y terminan siendo diagnosticadas a la hora de encontrar dificultades para lograr el embarazo. Esto sucede por ejemplo con el hidrosalpinx, una dilatación de la trompa de Falopio con adelgazamiento e irregularidad de su pared, acompañados de acumulación de líquido que producen esterilidad de origen tubárico”, añade el Dr. Muñoz.
En el caso del Virus del Papiloma Humano (VPH), una de las ITS con más prevalencia en mujeres (14,3%), no produce infertilidad por sí solo, aunque algunos estudios sugieren que cuando convive con la infección por clamidia aumenta también el riesgo de esterilidad, un mayor riesgo de aborto espontáneo o dificultad para la implantación debido a los tratamientos quirúrgicos o de radioterapia necesarios para abordarlo.
¿Y las consecuencias en la salud reproductiva masculina?
Aunque parecen afectar más a las mujeres, las ITS pueden provocar infertilidad también en hombres. En el caso de sufrir gonorrea o infección por clamidia, se pueden llegar a obstruir los epidídimos. Estos son unos conductos situados en la parte posterior de los testículos, que almacenan y facilitan la maduración de los espermatozoides para que adquieran la capacidad de fecundar el óvulo. Y en el caso del VPH, la infección dificulta la capacidad de los espermatozoides de moverse libremente, lo que afecta directamente a las probabilidades de lograr un embarazo.
“Un epidídimo bloqueado dificultaría que los espermatozoides maduren correctamente, adquieran la movilidad suficiente para alcanzar el óvulo o consigan fecundarlo de forma natural. Otra glándula frecuentemente afectada por las ITS es la próstata, encargada de proveer a los espermatozoides de nutrientes durante su paso por las vías seminales. Su inflamación, que suele convertirse en crónica, dificulta la correcta función de los espermatozoides. Pero si partimos de la base del contagio de la ITS a una pareja femenina, las probabilidades de que existan muchas más dificultades a la hora de concebir se multiplican”, aclara el doctor.
Por todo ello, los especialistas en salud reproductiva recalcan la importancia de la prevención para evitar la aparición de ITS que puedan impactar directamente en nuestra fertilidad en un futuro . Si esto ocurre, siempre se podrán explorar otras posibilidades mediante la reproducción asistida que ha demostrado ser muy efectiva en el propósito de lograr un embarazo y el nacimiento de nacidos vivos sanos.