La fertilidad de la mujer es limitada y a partir de los 35 años desciende de forma muy marcada, tanto en número como en calidad de los óvulos. Es un proceso biológico sobre el que, actualmente, no podemos actuar.
Sin embargo, la realidad es que hoy en día las mujeres retrasan cada vez más la maternidad por motivos personales, sociales o laborales por lo que la preservación supone una oportunidad para el futuro.
Si una mujer decide preservar o congelar sus óvulos cuando estos son “jóvenes”, en el momento en el que decida que desea tener un bebé podrá utilizar estos óvulos y así tener las mismas probabilidades de embarazo que hubiera tenido en el momento de la preservación.
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El tratamiento de preservación de la fertilidad consiste en la obtención y conservación de los óvulos para su uso futuro, y así decidir el momento adecuado para tener un bebé. Esta conservación es posible gracias a la técnica de la vitrificación, una forma específica de congelación de los óvulos en la que se conservan a -196ºC, manteniendo intactas sus características del momento en el que se criopreservaron.
IVI, pionero en España en utilizar la vitrificación, ha realizado el estudio sobre esta técnica con con la muestra más grande del mundo, lo que le ha permitido extraer importantes conclusiones: Vitrificar antes de los 35 aumenta un 40% la tasa de éxito respecto a hacerlo más tarde. Nos lo explica la Dra. Ana Cobo, directora de Unidad de Criobiología de IVI.
Mujeres que desean postergar su maternidad. El mejor momento para preservar la fertilidad sin indicación médica es antes de los 35 años. Más allá de los 38 años aunque se puede realizar, no es lo ideal, pues la calidad de los óvulos ya no será tan buena, lo que disminuye las probabilidades de un embarazo futuro.
Gracias a la técnica específica de congelación de óvulos que se conoce como vitrificación, somos capaces de mantener sus propiedades intactas hasta el momento de su descongelación, con unas tasas de supervivencia muy elevadas. Actualmente esta tasa se halla en torno al 95% en pacientes jóvenes (<35 años), muy superior a la de las técnicas de congelación convencionales. Estos pueden mantenerse congelados durante el período deseado, no existe una limitación de tiempo.
Además, la vitrificación no afecta negativamente a las tasas de éxito de los tratamientos reproductivos, ya que los gametos mantienen la misma calidad que la que tenían en el momento en que se conservaron. Las tasas de éxito logradas con óvulos previamente vitrificados son similares a las obtenidas con óvulos en fresco, es decir, que no han pasado por un proceso de congelación y descongelación.
18 – 24 años
Mejor edad para procrear desde un punto de vista físico.
25 – 30 años
Altas posibilidades de quedar embarazada sin ayuda.
31 – 35 años
La producción de óvulos de calidad empieza a decaer.
36 – 40 años
Baja fertilidad. Alto riesgo de alteraciones cromosómicas en los óvulos.
41 – 45 años
Escasa fertilidad. El cuerpo de la mujer se prepara para la menopausia
Durante la primera consulta en la clínica IVI escogida, su especialista en fertilidad le realizará un estudio ginecológico completo y le explicará los diferentes pasos del tratamiento de preservación de la fertilidad. En la segunda visita, ya con los resultados de analíticas previamente solicitadas y el estudio completo hecho, se pautará el tratamiento a seguir.
El tratamiento comienza con el ciclo menstrual, es cuando iniciamos la estimulación ovárica de la paciente. Con una duración que oscila entre los 10 y los 12 días, consiste en la administración de inyecciones de hormonas que estimulan el desarrollo de múltiples óvulos dentro de cada ovario.
La estimulación ovárica se puede realizar en su país de residencia: su ginecólogo de confianza le realiza un seguimiento exhaustivo mediante una serie de ecografías y análisis de sangre. Cuando el número y tamaño de los óvulos son los adecuados, se administra una dosis de la hormona hCG, que induce la ovulación, y se programa la punción en su clínica IVI 36 horas después.
La aspiración de los óvulos se realiza en el quirófano y bajo sedación, para que la paciente no sienta ninguna molestia. En el procedimiento de la punción, que dura unos 15-20 minutos, se accede a los ovarios a través de la cavidad vaginal, de donde se aspiran los óvulos y se recogen en tubos, para poder llevarlos al laboratorio de fecundación in vitro, donde se vitrificarán.
Tras el procedimiento, la paciente descansa durante un periodo, después del cual se le da el alta, pudiendo continuar ese mismo día con su rutina habitual
Para la congelación de los óvulos, estos se tratan con una serie de medios protectores, para que no sufran ningún daño en el proceso de enfriamiento. Una vez terminado el proceso, se colocan en unos pequeños soportes y se sumergen en nitrógeno líquido, a una temperatura de -196°C. Los soportes con los óvulos vitrificados se almacenan en unos tanques específicos, que mantienen constante esas bajísimas temperaturas y cuentan con un doble sistema de alarma para garantizar que la temperatura permanece en el rango óptimo en todo momento.
El pronóstico reproductivo de cada paciente depende de la calidad y el número de óvulos que se consigan. La preservación de la fertilidad o congelación de óvulos no permite garantizar un futuro embarazo, pero sí la posibilidad de intentarlo con un tratamiento de fecundación in vitro con las mismas probabilidades que se hubieran tenido en el momento de la vitrificación.