- Las mujeres que se someten a un tratamiento de fertilidad pasan en algún momento por la betaespera, el tiempo hasta se obtiene el resultado de la prueba en sangre para confirmar el embarazo
- Hasta un 40% de estas mujeres sufren de altos niveles de estrés que les lleva a tener episodios de ansiedad. De hecho, las hormonas vinculadas al estrés pueden afectar negativamente al resultado de los tratamientos
- Los especialistas recomiendan no esperar para pedir ayuda psicológica, sino combinar este apoyo desde el principio del tratamiento para disponer de herramientas para afrontar esta etapa y evitar así un desgaste progresivo
VALENCIA, 3 DE ABRIL DE 2022
Nervios, miedos, esperas que se hacen interminables…estas inquietudes pueden llegar a minar la ilusión de la mujer que esté buscando un embarazo mediante técnicas de reproducción asistida. Ya sea en solitario o en pareja, una de las situaciones que más angustia genera es la betaespera, es decir, el tiempo que pasa desde que la paciente se hace la inseminación artificial (o la transferencia de embriones, en el caso de una fecundación in vitro), hasta el día que obtiene el resultado de la prueba de embarazo en laboratorio.
Se le llama coloquialmente así porque el embarazo se confirma mediante la presencia de hormona beta-hCG en sangre. Este período tan esperanzador, y que a la vez provoca una gran ansiedad en las pacientes, suele tener una duración de entre 9 y 14 días, en función del momento en que haya sido realizada la transferencia. A esto hay que añadir que, en la mayoría de las situaciones, hay una “mochila previa” cargada de estrés y desgaste emocional, por no poder conseguir el embarazo de manera natural, por tener que pedir ayuda para encontrar soluciones, y cómo no, por el impacto que implica el propio diagnóstico e infertilidad.
“La betaespera conlleva un alto grado de implicación emocional, especialmente para la mujer, pues es ella quien carga con esa responsabilidad de manera muy particular. Es entendible, ya que pasa de la primera fase del tratamiento con una hoja de ruta establecida (pinchazos, consultas, etc.), a unos tiempos muertos de espera sin poder conocer el resultado, que se hacen eternos y sobre los que no tiene ningún control. Manejar este nivel de estrés es muy importante para que afecte lo menos posible al día a día y al proceso en sí”, explica Soledad Chamorro, psicóloga de IVI Madrid.
Cuando una persona inicia un tratamiento, visualiza el embarazo como algo idílico, pero si las cosas empiezan a no suceder como se esperaba, llega el bloqueo y la frustración y entonces aparecen esos miedos y temores. Sentir miedo ante la incertidumbre o lo desconocido es normal, pero el problema aparece cuando se lleva a un plano irracional. Hasta un 40% de estas mujeres sufren de altos niveles de estrés que les llevan a tener episodios de ansiedad, sintiéndose incapaces de pensar en otra cosa o entrando en la dinámica de rumiar pensamientos negativos…toda una montaña rusa de emociones que además de crear un sufrimiento a la mujer, pueden terminar pasando factura a la relación de pareja o a su entorno más cercano.
“Es importante, por lo tanto, que la betaespera sea un periodo en el que pongamos en marcha recursos que persigan un mayor bienestar emocional y reduzcan así también el estrés asociado”, comenta la psicóloga.
Pautas para sobrellevar la betaespera
Para afrontar esta etapa, es clave disponer de herramientas que nos ayuden a sobrellevar esta espera de la mejor manera posible:
- Cada mujer es un mundo. Analizar cada detalle de si se produce alguna señal física que pueda indicar un posible embarazo o comprobar constantemente si tenemos la menstruación solo nos hace caer en conductas obsesivas muy poco saludables.
- Evitar hablar del tema constantemente. Está bien y es necesario hablar de nuestros sentimientos, ya que reconocer sentimientos nos ayudará a manejarlos, pero no debemos dejar que estas conversaciones monopolicen nuestra vida y nos hagan retroalimentarnos. Esto aplica también a preguntas insistentes de nuestros amigos y familiares.
- Realizar actividades que nos ayuden a mantener la mente ocupada, y nos saquen de “nuestro hábitat”, mejor si son al aire libre. De esta manera, potenciaremos pensamientos más optimistas y nos desesperaremos algo menos.
- Confiar en los profesionales que te están tratando. Consultar en internet, en páginas poco fiables con información no contrastada científicamente, solo conseguirá que esta espera sea más difícil y que la ansiedad aflore.
- Resistir la tentación de hacer pruebas caseras. No se recomiendan porque podemos caer en un falso positivo o negativo de un test que nos va a llevar a tener una idea preconcebida del resultado de laboratorio con el consecuente impacto en nuestro estado de ánimo.
- Centrarse en el presente, el aquí y ahora. ¿Pensar en “y si…?” solo nos generará agobio y malestar, ya que nuestras emociones están a flor de piel y es complicado razonar en estos momentos. Solo evitando este bucle vicioso y dejando que el tiempo fluya, iremos día a día y la espera será más llevadera .
“La salud mental es muy importante para iniciar este camino; ninguna paciente debería pasar por este proceso con una sobrecarga emocional que le impida funcionar con normalidad en su día a día. Son procesos largos que suelen desgastar, por lo que es importante acudir a un profesional cuando veamos que estos episodios aparecen y modifican nuestros hábitos cotidianos y sociales. En definitiva, es importante atajarlos antes de que hagan mella y nos desanimen aún más”, aclara Soledad.
En este sentido, IVI pone a disposición de todos sus pacientes una Unidad de Psicología para su bienestar emocional durante el tratamiento, ofreciendo el apoyo y acompañamiento necesario durante todo el proceso.